El pasado día 24 de mayo visitó el Centro de Investigación Forestal del INIA, el investigador del INTA de Argentina, Alejandro Pezzola. Geógrafo de formación y especialista en teledetección y sistemas de información geográfica, coordina un proyecto nacional en su país sobre sistemas de información territorial. Después de una estancia en España de casi un mes para entrar en contacto con centros de investigación y universidades, hizo la última visita al INIA antes de su regreso a la estación experimental Agropecuaria Hilario Ascasubi, en la provincia de Buenos Aires, donde desarrolla su actividad investigadora en el laboratorio de teledetección y SIG.

Alejandro Pezzola durante su seminario en el Centro de Investigación Forestal del INIA (Madrid)

Para conocer un poco más sobre su ámbito de trabajo le pedimos que nos diera un seminario sobre los incendios rurales en Argentina y en concreto en la provincia de Buenos Aires. Estos incendios en Argentina se propagan en zonas agrícolas y sobre todo de pastos para ganado vacuno. A pesar de afectar a grandes extensiones, no se consideran  incendios forestales porque no queman superficie arbolada, sino "arbustedos" de alta talla (hasta 5 m) con grandes pastizales bajo su cubierta, que en caso de incendio adquieren una alta velocidad e intensidad.

Pues bien, este verano austral han ardido la friolera de 1,4 millones de ha de estos ecosistemas en Argentina, de las cuales aproximadamente 400.000 ha pertenecen a la provincia de Buenos Aires. Eso significa que en una provincia del tamaño de un país europeo como España o Francia, ¡ha ardido aproximadamente la misma superficie que un año promedio en toda Europa! Paradojicamente esta noticia fue eclipasada por otros incendios de bosques en la zona de Andina o de los catastróficos incendios de Chile.

Las alternativas de gestión de estas masas son especialmente difíciles porque la baja carga ganadera (1 cabeza/25 ha) y la alta capaidad de recuperación de estos ecosistemas al fuego (aproximadamente vuelven a recuperarse en 4 años) genera un comportamiento incendiario en la población local para mantener los pastos. Teniendo en cuenta que las propiedades mínimas para sustentar a las familias es de unas 3000 ha, el fuego se convierte en el mejor gestor de estos pastos para muchos ganaderos. El problema lo encontramos en años especialmente adversos como este 2017 donde la presencia de megaincendios compromete las producciones futuras de pastizales e incluso el sostenimiento de algunos ecosistemas nativos. Por otro lado la alta velocidad de estos incendios pone en peligro a combatientes, en su totalidad voluntarios locales, que acaba en muchos casos con la muerte de alguno de ellos, tal y como desgraciadamente ha pasado en esta última temporada. 

Regeneración de arbustedo nativo una semana después del incendio

El cambio climático generará condiciones cada vez más difíciles para la extinción de incendios que dispongan de combustible en abundancia para avanzar. Las inmensas superficies americanas de gran continuidad podría hacer inviable cualquier estrategia de ataque futuro a estos fuegos. Es urgente establecer estrategias territoriales para segmentar el paisaje a grandes escalas si se quiere, al menos minimizar, las graves consecuencias sociales, económicas y ecológicas de los cada vez más frecuentes megaincendios.

Vista satelital de incendios rurales en la provincia de Buenos Aires (Pezzola 2017)