El Laboratorio de Incendios Forestales del INIA está especializado en caracterizar combustibles vegetales, pero ¿por qué es necesario caracterizarlos? La vegetación es uno de los componentes del triángulo del fuego durante los incendios, junto con la topografía y la meteorología, por tanto su caracterización es imprescindible para describir y modelizar su implicación en el comportamiento del fuego y en las estrategias de resistencia y resiliencia de los ecosistemas mediterráneos a los incendios. Dentro de estas líneas de investigación, recientemente hemos propuesto nuevos protocolos experimentales de laboratorio para caracterizar la reacción al fuego de cortezas de árboles y la transmisión de calor hacia los tejidos vivos. Generalmente estos estudios se realizan en campo, bien mediante la evaluación tras incendios forestales de los daños producidos en los troncos, o bien mediante la medición en quemas experimentales de las temperaturas alcanzadas en la corteza y en los tejidos vivos a través de la colocación de sensores (termopares). Los estudios de campo son más fieles a la realidad pero el control de las variables implicadas es difícil. Como ejemplo, cabe destacar la dificultad para evaluar la intensidad real de radiación recibida por el árbol y, en cualquier caso, esta determinación se realiza por métodos indirectos. El laboratorio presenta el inconveniente de la escala de trabajo pero la gran ventaja del control más preciso de las variables. Por tanto, ambos métodos deben complementarse para llegar a resultados aplicados. En nuestro caso, hemos utilizado y mejorado las metodologías que ya teníamos puestas a punto para evaluar la inflamabilidad de combustibles forestales para adaptarlas al caso de las cortezas de árboles. En este video podéis ver un resumen de los protocolos propuestos:
Un claro ejemplo de corteza de alta resistencia a la trasmisión de calor, por sus conocidas propiedades aislantes es el corcho, esto es, la corteza del alcornoque (Quercus suber L.). Como resultado de la colaboración científica llevada a cabo con la Universidad de Tlemcem (Argelia), estos protocolos se han desarrollado usando muestras de corcho sin tratar procedentes de alcornocales de diferentes regiones argelinas (Figura 1). Los resultados han ratificado las propiedades aislantes del corcho, que consiguieron retrasar más de 2 minutos las temperaturas letales en los tejidos vivos. Igualmente, se ratificaron resultados de campo obtenidos por diversos autores que sugieren un espesor mínimo de 3 cm de corcho para asegurar la protección del tronco y disminuir la probabilidad de muerte del ejemplar. Este estudio puso también de manifiesto el papel decisivo que podría jugar la "raspa" o tejido muerto exterior característico del corcho de reproducción y no presente en el corcho "virgen" o "bornizo" (ver Figura 1). Los estudios de campo sugieren que las masas de alcornocal explotadas para la producción de corcho son más vulnerables a los incendios, incluso si el fuego afecta a alcornocales con suficiente corteza (al menos los 3 cm que se han comentado). Dichos autores apuntan que esta mayor vulnerabilidad de las masas descorchadas podría deberse al estrés causado por los reiterados descorches a lo largo de la vida del árbol. Nuestro estudio sugiere que la presencia de la "raspa" podría intervenir en la mayor vulnerabilidad de estos árboles respecto a ejemplares no descorchados, al aumentar significativamente la inflamabilidad y la transmisión de calor, tanto más cuanto mayor espesor presenten dichos tejidos muertos de la capa exterior del corcho de reproducción (Figura 2). El espesor de esta "raspa" se relaciona con las buenas prácticas del descorche y sobre todo con la sequía estival, observándose mayores espesores en las procedencias más secas. Ante las previsiones de cambio climático ¿es posible una tendencia al aumento de los espesores de la "raspa" que pueda hacer más vulnerables a los alcornocales ante los incendios?
Figura 1. Esquema y fotografía de una muestra de corcho ensayada en laboratorio (Corkback=raspa, cork=corcho, cork belly="vientre" de la muestra en contacto con tejidos vivos)
Figura 2. (a) Protocolo de inflamabilidad en configuración horizontal (b) Protocolo de configuración de ensayo vertical de resistencia al fuego (c) Vista de diferentes espesores de corcho ensayados (d) Aspecto de una muestra tras el ensayo
A la vista de estos resultados, consideramos que los protocolos de laboratorio propuestos pueden ser aplicados a diferentes especies arbóreas para el estudio del papel de la corteza en su resistencia al fuego. Estos potenciales trabajos pueden tener aplicación en aspectos de la ecología del fuego y regeneración post-incendio así como en la mejora de las prescripciones de las quema bajo arbolado como tratamiento preventivo frente a incendios forestales.
Referencia:
Belkheir Dehane, Javier Madrigal, Carmen Hernando, Rachid Bouhraoua and Mercedes Guijarro (2015) New bench-scale protocols for characterizing bark flammability and fire resistance in trees: Application to Algerian cork. J Fire Sci 33(3) 202–217.
El Laboratorio de Incendios Forestales del INIA está especializado en caracterizar combustibles vegetales, pero ¿por qué es necesario caracterizarlos? La vegetación es uno de los componentes del triángulo del fuego durante los incendios, junto con la topografía y la meteorología, por tanto su caracterización es imprescindible para describir y modelizar su implicación en el comportamiento del fuego y en las estrategias de resistencia y resiliencia de los ecosistemas mediterráneos a los incendios. Dentro de estas líneas de investigación, recientemente hemos propuesto nuevos protocolos experimentales de laboratorio para caracterizar la reacción al fuego de cortezas de árboles y la transmisión de calor hacia los tejidos vivos. Generalmente estos estudios se realizan en campo, bien mediante la evaluación tras incendios forestales de los daños producidos en los troncos, o bien mediante la medición en quemas experimentales de las temperaturas alcanzadas en la corteza y en los tejidos vivos a través de la colocación de sensores (termopares). Los estudios de campo son más fieles a la realidad pero el control de las variables implicadas es difícil. Como ejemplo, cabe destacar la dificultad para evaluar la intensidad real de radiación recibida por el árbol y, en cualquier caso, esta determinación se realiza por métodos indirectos. El laboratorio presenta el inconveniente de la escala de trabajo pero la gran ventaja del control más preciso de las variables. Por tanto, ambos métodos deben complementarse para llegar a resultados aplicados. En nuestro caso, hemos utilizado y mejorado las metodologías que ya teníamos puestas a punto para evaluar la inflamabilidad de combustibles forestales para adaptarlas al caso de las cortezas de árboles. En este video podéis ver un resumen de los protocolos propuestos:
Un claro ejemplo de corteza de alta resistencia a la trasmisión de calor, por sus conocidas propiedades aislantes es el corcho, esto es, la corteza del alcornoque (Quercus suber L.). Como resultado de la colaboración científica llevada a cabo con la Universidad de Tlemcem (Argelia), estos protocolos se han desarrollado usando muestras de corcho sin tratar procedentes de alcornocales de diferentes regiones argelinas (Figura 1). Los resultados han ratificado las propiedades aislantes del corcho, que consiguieron retrasar más de 2 minutos las temperaturas letales en los tejidos vivos. Igualmente, se ratificaron resultados de campo obtenidos por diversos autores que sugieren un espesor mínimo de 3 cm de corcho para asegurar la protección del tronco y disminuir la probabilidad de muerte del ejemplar. Este estudio puso también de manifiesto el papel decisivo que podría jugar la "raspa" o tejido muerto exterior característico del corcho de reproducción y no presente en el corcho "virgen" o "bornizo" (ver Figura 1). Los estudios de campo sugieren que las masas de alcornocal explotadas para la producción de corcho son más vulnerables a los incendios, incluso si el fuego afecta a alcornocales con suficiente corteza (al menos los 3 cm que se han comentado). Dichos autores apuntan que esta mayor vulnerabilidad de las masas descorchadas podría deberse al estrés causado por los reiterados descorches a lo largo de la vida del árbol. Nuestro estudio sugiere que la presencia de la "raspa" podría intervenir en la mayor vulnerabilidad de estos árboles respecto a ejemplares no descorchados, al aumentar significativamente la inflamabilidad y la transmisión de calor, tanto más cuanto mayor espesor presenten dichos tejidos muertos de la capa exterior del corcho de reproducción (Figura 2). El espesor de esta "raspa" se relaciona con las buenas prácticas del descorche y sobre todo con la sequía estival, observándose mayores espesores en las procedencias más secas. Ante las previsiones de cambio climático ¿es posible una tendencia al aumento de los espesores de la "raspa" que pueda hacer más vulnerables a los alcornocales ante los incendios?
Figura 1. Esquema y fotografía de una muestra de corcho ensayada en laboratorio (Corkback=raspa, cork=corcho, cork belly="vientre" de la muestra en contacto con tejidos vivos)
Figura 2. (a) Protocolo de inflamabilidad en configuración horizontal (b) Protocolo de configuración de ensayo vertical de resistencia al fuego (c) Vista de diferentes espesores de corcho ensayados (d) Aspecto de una muestra tras el ensayo
A la vista de estos resultados, consideramos que los protocolos de laboratorio propuestos pueden ser aplicados a diferentes especies arbóreas para el estudio del papel de la corteza en su resistencia al fuego. Estos potenciales trabajos pueden tener aplicación en aspectos de la ecología del fuego y regeneración post-incendio así como en la mejora de las prescripciones de las quema bajo arbolado como tratamiento preventivo frente a incendios forestales.
Referencia:
Belkheir Dehane, Javier Madrigal, Carmen Hernando, Rachid Bouhraoua and Mercedes Guijarro (2015) New bench-scale protocols for characterizing bark flammability and fire resistance in trees: Application to Algerian cork. J Fire Sci 33(3) 202–217.